El cuerpo sano es el producto de la mente sana
La COVID-19 marca un antes y un después en la salud mental de la población
El día de nacimiento, el cumpleaños de los familiares, las navidades, los reyes... una fecha está siempre ligada a un acontecimiento, a conmemoraciones o aniversarios. Tanto como para cosas banales como para las más delicadas. Un ejemplo de ello es el 15 de febrero, Día del Cáncer Infantil o el 19 de octubre Día del Cáncer de Mama, fechas que, sin duda, están también presentes en el calendario del recuerdo colectivo. Sin embargo, el 10 de octubre le dice más bien poco a dicho calendario. Este es el Día Mundial de la Salud Mental, igual de importante, pero muchas veces relegado a un segundo plano. El confinamiento domiciliario decretado durante el Estado de Alarma por el Gobierno para hacer frente a la expansión del nuevo Coronavirus obliga a los ciudadanos a permanecer en casa todo o gran parte del día. Se trata de una situación potencialmente estresante, en primer lugar por los motivos que han llevado a tomar estas drásticas medidas, y también por la incertidumbre de saber por cuánto tiempo se prolongará la situación. Pero, ¿cómo de importante es estar ‘bien de la cabeza’ en nuestra vida y sobre todo durante este año marcado por el Coronavirus?
DATOS RELEVANTES
Para entender a qué se refiere al hablar de salud mental, debemos esclarecer la definición de psicología. Literalmente esta palabra de origen griego (psykhé y logía) significa “estudio o tratado del alma” aunque otra de las acepciones de la psykhé es la de “actividad mental”. En palabras del austriaco Hubert Rohracher, es la ciencia que estudia o investiga los procesos y los estados conscientes, así como sus orígenes y sus efectos. Estas dos últimas cuestiones son las que atañen directamente a nuestro bienestar emocional: de dónde viene y qué efectos producen. La psicóloga licenciada en la Universidad de Deusto Miren Villa, afirma en este sentido que el bienestar emocional no debe estar ligado a una percepción del mismo como una enfermedad o trastorno. Gran parte de la población mundial acude con frecuencia a algún tipo de servicio de terapias relacionadas con la salud mental y la pandemia provocada por la COVID-19 ha aumentado el número de usuarios demandantes de estos servicios. En contraposición a este incremento de demandantes, los datos que aporta la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirman que los países gastan sólo el 2% de sus presupuestos sanitarios en salud mental.
En un comunicado publicado por la OMS el pasado 10 de octubre, fecha ahora apuntada en el calendario colectivo, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud expuso: “Una buena salud mental es absolutamente fundamental para la salud y el bienestar en general (...). La COVID-19 ha venido a interrumpir la atención prestada por los servicios de salud mental esenciales de todo el mundo justo cuando más se los necesitaba. Los dirigentes mundiales deben actuar con rapidez y determinación para invertir más en programas de salud mental que salven vidas, mientras dure la pandemia y con posterioridad a ella”.
En este comunicado la OMS afirma que la misma COVID-19 puede traer consigo complicaciones neurológicas y mentales, como estados delirantes, agitación o accidentes cerebrovasculares. Las personas que padecen trastornos mentales, neurológicos o derivados del consumo de drogas también son más vulnerables a la infección del SARS-CoV-2 y podrían estar expuestos a un mayor riesgo de enfermedad grave e incluso de muerte.
Durante el mes de mayo, la OMS ya advirtió sobre las consecuencias a largo plazo generadas por la pandemia en materia de salud mental. "La situación actual, con aislamiento, miedo, incertidumbre y crisis económica, puede causar trastornos psicológicos", señalaba en una rueda de prensa digital Dévora Kestel, Directora del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS. Durante su intervención, Kestel añadió que los más afectados fueron los sanitarios y personal de primera respuesta, con la ansiedad y estrés, niños y adolescentes, mujeres con riesgo de violencia doméstica, los mayores, por el riesgo de ser infectados, personas con condiciones mentales preexistentes u otras enfermedades, que tiene más difícil seguir recibiendo tratamiento.
Siguiendo esta línea, un estudio llevado a cabo por la Universidad Complutense de Madrid concluyó, que los jóvenes entre 18 y 39 años presentaron más cuadros de ansiedad y depresión que las personas mayores de 60 debido a un menor autocuidado emocional. Un 70% de las personas que participaron en este estudio reconoció sentimientos como nerviosismo y angustia. Más de la mitad señaló ser incapaz de dejar de preocuparse y controlar sus inquietudes. Las mujeres parecen tener un mayor número de problemas relacionados con el estado de ánimo, mientras que los varones los tienen en mayor medida de ansiedad y post-traumáticos.
Pero, ¿cómo se afronta emocionalmente un periodo de aislamiento como el vivido en marzo?
ENTRE CUATRO PAREDES
María Sherezade Tovar Doncel, Especialista en Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor y doctorada en Medicina, trabajó en primera línea en el Complejo Hospitalario de Toledo durante las primeras semanas de marzo. “Al principio lo viví con miedo porque veía a los enfermos totalmente aislados, con todas las medidas de seguridad para evitar la transmisión. Tienes un sentimiento raro porque ves que los pacientes están muy mal y que tienen que pasar solos por todo el proceso, sin ningún tipo de compañía familiar; están entubados, sin poder comunicarse, su vida corre peligro... Es bastante angustioso ya que llegan a morir solos y ese dolor te lo llevas a casa”, señala la especialista.
Durante las semanas posteriores, María Sherezade pasó a tratar a enfermos críticos sin Coronavirus, periodo en el que asegura haber vivido situaciones extremas en pacientes que manifestaban síntomas de algún trastorno psiquiátrico precipitado por la situación de pandemia y confinamiento. “Esta situación me ha perjudicado mucho psicologicamente y eso afecta a nivel físico en disminución del sueño, problemas alimenticios… ya que pierdes rutinas y hábitos normales”, añadió.
“Al principio lo viví con miedo"
En este sentido, una encuesta realizada del 1 al 6 de abril por la firma de investigación de Montreal Potloc y la Asociación Canadiense de Salud Pública sacó a la luz que el 47% de los sanitarios de aquél país declaró necesitar apoyo psicológico durante el periodo más crítico de la pandemia.
Aunque muchas de las personas que ya recibían un apoyo psicológico continuaron con sus sesiones, los métodos cambiaron durante la cuarentena. Es el caso de F. V., joven barakaldés que prefiere mantener el anonimato y que sufre adicción al juego. Recibe ayuda en Ekintza-Aluviz en la localidad fabril. Los procesos, como en casi todas las adicciones, requieren de tiempos de cambio y adaptación. Una terapia de choque no siempre resulta efectiva por los efectos que pueda tener en el afectado. En el caso de F. V. cesar en la actividad diaria producía en él un estado de altos niveles de ansiedad ligada a su adicción al juego que le propiciaban conductas agresivas con sus convivientes. “Primero hay que aceptar que tienes un problema y buscar ayuda, luego poco a poco dejar de ser dependiente de ello, pero con la cuarentena, con tanto tiempo sin hacer nada tenía mucha ansiedad, lo que se traducía en un mal humor contínuo”, declaró F.V..
“A veces no somos conscientes de la situación que estamos pasando"
Claudia Moure, estudiante de Psicología, asegura que la cuarentena le afectó de manera significativa. Por su carácter un tanto nervioso, el encierro provocaba en ella cambios de humor repentinos que afectaba a su día a día. “Tan pronto estaba normal, como me ponía a llorar y no tenía ganas de nada, traté de estar siempre realizando algún tipo de actividad, para mantener la mente ocupada, pero una vez que comenzó la desescalada tuve un inicio síndrome de la cabaña'', señala.
Este síndrome, que no es una patología como tal, propicia un miedo a contactar con otras personas fuera del hogar y/o realizar actividades que antes eran cotidianas. Claudia ha asistido a algunas sesiones de terapia y reconoce, que a pesar de estudiar psicología, ha sido un paso difícil de dar. “A veces no somos conscientes de la situación que estamos pasando y mucho menos el cambio en nuestro comportamiento, por ello, el apoyo social o familiar es de gran ayuda para dar este paso. Siempre que un problema nos incapacite en algún aspecto de nuestra vida, hay que acudir a un profesional”, apunta la estudiante.
Si bien es cierto que la ayuda de un profesional en todos los aspectos de la vida resulta necesario, hay casos en los que no lo es como sostiene la psicóloga Miren Villa: “¿Debería ir todo el mundo al cardiólogo? ¿O al neurólogo? La respuesta es no. Un paciente que acude a terapia puede ser porque cada vez tiene más dificultad en hacer algo cotidiano o porque tiene un problema que quiere resolver”, señala.
Continuando con esta línea, el psicologo Ander González de Mendibil, reconoce que en su consulta especializada en el área de prevención con adolescentes la demanda se ha mantenido alta. Un aumento de demandas y conflictos que han estado latentes (dormidos) pero que han aflorado con los meses. Esto lo explica de la siguiente manera: “En la primera ola del confinamiento, el individuo se tomó el ‘parón’ cómo un alivio o descanso y a la vez en una actitud casi defensiva por no asumir lo que se venía encima: hacer ejercicio físico diario, repostería, retos de internet… Para poco a poco ir aceptando lo que está ocurriendo en la sociedad hasta una fase de asunción de pérdida, que es la actual, una fase más madura de afrontar y de poner palabras a lo que ha pasado, sin tener esa necesidad de actividades o de ejercicio frenético. Una gran parte de la sociedad está sufriendo ahora lo que tiene que ver con esta situación, hacia la depresión, la prolongación de esta situación tan dura que está costando a los individuos a lo largo de los meses”.
“En la primera ola del confinamiento, el individuo se tomó el ‘parón’"
Ander González de Mendibil
Sobre estos hábitos y cómo hacer más llevadero el periodo de aislamiento, Miranda Irisarri, estudiante de Psicología en San Sebastián, confiesa haberse creado una rutina consistente en madrugar para hacer los trabajos propios de su carrera, hacer deporte y descansar. “Fue muy llevadero porque me encontraba en medio del segundo cuatrimestre y tenía muchos trabajos que hacer además de estudiar para los exámenes finales”, apunta Miranda. Su hermana Valeria, también estudiante y residente en Bilbao, considera que la situación familiar es un punto determinante en la convivencia durante este periodo: “En todas las casas no hay una buena convivencia o una buena situación familiar y en la mía concretamente, aunque es verdad que nos queremos mucho, siempre hemos vivido cada uno en un lugar diferente, estudiando, con rutinas muy diferentes, y por ello nos llevamos mejor a la distancia”. Cuenta, que con el confinamiento se ha creado mucho malestar y angustia por no poder salir ni a dar un paseo. “No he acudido a un psicólogo profesional por falta de recursos y de tiempo ya que he tenido mucho trabajo encima, no por no necesitarlo, porque todos lo necesitamos”, afirma Valeria.
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“Fue muy llevadero"
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"Todos lo necesitamos"
Oihane Elexpe, también estudiante de Psicología, explica qué recursos emplea en esta fase actual pos-confinamiento: “Hago listas de cosas que quería durante el confinamiento y es ahora cuando las voy cumpliendo y tachando, así te levantas más motivado”. La importancia de mantener esa motivación repercute directamente en nuestro entorno, o así es como lo entiende Oihane: “Si tu estas agusto contigo mismo, sin problemas internos, esto se va a reflejar en tu entorno y ellos también con su demás amistades”.
“Creí que era el fin"
Por otro lado, Javier Díez-Astrain, copropietario del restaurante ‘El Cajón Desastre’, relata la difícil situación a la que se enfrentó y cómo esta repercutió en su estado anímico y mental. El restaurante que regenta ubicado en Barakaldo acababa de abrir sus puertas tres meses antes del confinamiento decretado en marzo.
“Creí que era el fin, acabábamos de inaugurar, había préstamos que pagar y no disponíamos de dinero suficiente, tanto yo como mis socios estábamos muy nerviosos, con mucha incertidumbre. Las facturas seguían llegando y las ayudas no. Cuesta conciliar el sueño, y das mil vueltas a todos los asuntos. En ese sentido, buscar apoyo emocional en la familia y amigos me resultó fundamental”, confiesa Díez-Astrain.
Por último, el Servicio de Psiquiatría y Psicología Clínica del Hospital La Fe de València ha puesto en marcha un programa de intervención para atender a profesionales, pacientes, sus familias y difundir información útil para la población en general. El objetivo es intentar atenuar los efectos de la pandemia y ganar tiempo para ir encajándola, cada uno a su ritmo en función de su situación. “Ponemos atención al punto en que cada persona se quiebra”, aclara el Dr. Miguel Ángel Vázquez, coordinador de este programa, que en estos días atiende por teléfono, videollamada y, en los casos más extremos, en persona, preservando siempre las medidas de seguridad.
-Fuente: Hospital La Fe de Valencia
NO HAY SALUD SIN SALUD MENTAL
Al margen de todas las cifras trágicas que ha dejado el Coronavirus, esta situación también ha sacado a relucir las deficiencias de los sistemas sanitarios mundiales y la poca dedicación de estos a la salud mental. Como bien muestran los estudios citados anteriormente y los afectados entrevistados, la COVID-19 ha empeorado considerablemente el bienestar emocional dejando consecuencias no solo físicas, sino también psicológicas, ambas difíciles de remediar, pero más visibilizadas las primeras. Cabe preguntarse si dicha salud mental es menos importante que la salud física, o si deberían tratarse por igual.
Un 2% del presupuesto no parece ser una partida suficiente para un problema en auge. Otra de las cuestiones es por qué es más visible ahora si es un problema de siempre. Quizás porque en el colectivo de la sociedad responder con un ‘bien gracias’ cuando preguntan ‘cómo estás’ es más que suficiente para esconder sentimientos, problemas y cuestiones que atañen a nuestra salud mental. Una respuesta fácil y rápida para no dar explicaciones. Aprender a aceptar que, como bien apuntaba Miren Villa, la salud mental no debe estar ligada a una percepción del mismo como una enfermedad o trastorno llevará a dejar de estigmatizar la necesaria ayuda de un profesional.
Cada individuo, formado por un sin fin de experiencias y estímulos, vive de manera muy diferente cada situación y en este estudio de la psykhé ‘alma’ o ‘mente’ debemos comprender que la salud es lo primero.